domingo, 13 de marzo de 2011

El Evangelio según Jesucristo

Este libro me esperaba desde hace tiempo y por fin "ha llegado la hora". Los que conocen otras novelas de Saramago, no se sentirán sorprendidos por la forma, pero por hoy voy a olvidarme de mis estudios filológicos y no voy a pronunciarme sobre las cosas secundarias, aunque muy, muy interesantes. ;-)

Dejémos al lado lo controversial subrayado muchas veces por gente que no entiende de que trata el libro. El Evangelio según Jesucristo es sin duda el mejor texto novelístico que he leído (que me perdone Dostoyevski y todos sus seguidores) sobre las cuestiones de Teodicea, del maniqueísmo o del bien y del mal, bajándolo a los niveles básicos. 

El escritor logra sembrar en la cabeza del lector unas ideas que echan raíces muy profundas, y a mí he han tenido dándole vueltas al asunto todo el tiempo. Sin duda, el carpintero José, padre putativo de Jesús, como bien lo sabemos todos, está presentado en las páginas del libro como un personaje sumamente complejo, atormentado por la culpa de haber salvado a su hijo sin avisar a los padres de los inocentes de la matanza de Herodes. La culpa de José está heredada por Jesús y resulta ser la causa principal de su compromiso por la humanidad. 
 
Si Saramago no escribiera nada más, se merecería el Nobel por el diálogo entre Dios, el Diablo y Jesús en el barco, en las aguas del lago Tiberiades. Ahí se nos da de entender que Dios y el Diablo se parecen peligrosamente, los dos tienen barbas, tal vez el Diablo parezca un poco más joven, menos arrugado, pero también podría ser una ilusión óptica... Después de una sorpresa inicial, entendemos a Saramago unas páginas más tarde cuando Dios le dibuja a Jesús el futuro, todo lo feo y doloroso de la historia del Cristianismo. El Diablo en un momento le propone a Dios un pacto para evitar todas esas muertes innecesarias, para que Su hijo no tenga que morir y para que se acabe el mal, bajo una sola condición: que Dios le perdone y acepte de vuelta en el cielo a quien antaño llamaba  con cariño Lucifer, el que lleva la luz. La respuesta de Dios es una maestría por parte de Saramago escritor-filósofo-teologo y la dejo aquí para el disfrute común: 

No te acepto, no te per­dono, te quiero como eres y, de ser posible, todavía peor de lo que eres ahora, Por qué, Porque este Bien que yo soy no existiría sin ese Mal que tú eres, un Bien que tuviese que existir sin ti sería inconcebi­ble, hasta el punto de que ni yo puedo imaginarlo, en fin, que si tú acabas, yo acabo, para que yo sea el Bien, es necesario que tú sigas siendo el Mal, si el Diablo no vive como Diablo, Dios no vive como Dios, la muerte de uno sería la muerte del otro.

2 comentarios:

  1. ¿Existiría Dios sin el Diablo?, ¿Existiría la Iglesia sin el miedo al infierno? Miedo es lo que impide a las personas pensar por sí mismas, y es de lo que se han aprovechado todas las religiones a lo largo de la historia. ¿Podremos un día adorar a Dios sin necesidad de que nos cobren limosna y nos digan qué debemos pensar?

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  2. En mi modesta opinión, Dios no existiría sin el Diablo, la Iglesia sin el miedo al infierno y al pecado, el Bien sin el Mal no sería apreciado... Somos seres duales, los espíritus encarnados, y es lo que hace nuestra existencia tan interesante, tan dolorosa y tan feliz a la vez. Y no mezclemos aquí las religiones con las instituciones...

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