jueves, 28 de julio de 2011

1Q84 or judging the book by its cover



Hoy me inspiró esta foto de portada encontrada en el facebook de Haruki Murakami:


Le puse "like" automaticamente, porque me llamó la atención, pero después de un rato pensé que otra vez me falta la famosa opción inexistente "dislike". Que le vamos a hacer, no me gusta y ya. No soy un gran  fan de anime y con 1Q84 creo que no pega en absoluto. Supongo que la chica es Aomame en el taxi, pero sólo porque es la única opción. Fuakeri no se vestiría así y Tengo, definitivamente no puede ser y... ya no hay más personajes principales. Pero, Aomame, según leemos en el libro, es una mujer guapa, atractiva, misteriosa, con muchos problemas y la niña en el carro es, a fin de cuentas, una niña y choca con la imagen que he creado en mi mente...
A lo mejor es esto, simplemente no me gusta que me pongan las ilustraciones con los protagonistas porque o limitan mi imaginación, o directamente van en contra de ella y crean un conflicto durante el proceso de la lectura. Puede ser, que si en vez de este dibujo hubiera una foto, o algo un poquitín menos infantil (me van a linchar los japoneses), tampoco me gustaría. Soy muy independiente cuando leo (o egoista) y cuando un libro aterriza en mis manos, ya es mío y hago lo que quiera con el mundo que el autor creó para mí. Y que nadie se meta en la dulce tarea de la recreación de los personajes. 

La portada polaca
Las portadas coreanas
Empecé a buscar y me gustan mucho más las portadas sobrias de este libro, las que dejan una puerta abierta para que nuestra imaginación haga lo suyo. Las dos que puse en mi entrada anterior  (1Q84 por Haruki Murakami ya a la venta), la versión japonesa y la de Tusquets para los lectores hispanohablantes, me parecen excelentes, sugieren e incitan. Me gusta también la portada polaca y no porque sea de mi país, sino porque se adapta justo a mis criterios. En general la editorial polaca "Muza" ha hecho un gran trabajo con la edición de los libros de Murakami y cada portada es una maravilla. Igual las coreanas, las sombras que se nos esconden detrás del título encajan con el mundo murakaniano. La portada holandesa es buena pero un poco demasiado austera para mi gusto y algo siniestra. ¿Esperarán otra cosa los lectores de cada país en su primer contacto visual con el libro?

La edición holandesa
A lo mejor es cuestión de edad. De pequeña me gustaba ver los retratos de las aventuras de los protagonistas y los recuerdos que tengo de mis amigos infantiles vienen acompañados de ilustraciones muy concretas, pero hoy día definitivamente no. Estoy envejeciendo :( Me sorprendió el descubrimiento, creo que hasta ahora no tuve oportunidad de percatarme de esto...

domingo, 24 de julio de 2011

El antisemita de Eco

Es lo que empezó a escucharse en todos los países a los que les  ha llegado la traducción del último libro del escritor “El cementerio de Praga”. Se indignaron casi todos, pero ante todo los judíos y el Vaticano. Que el libro les hace mala fama a los papas, a la iglesia en general, a los alemanes, a los franceses, a los italianos, polacos y obviamente, perdonen la repetición, a los judíos... 

Para los que no han leído el libro:

El protagonista principal, poco simpático Simonini, tiene una aversión muy fuerte hacia los hebreos, inculcada por su abuelo y bien afianzada por las circunstancias de la vida. Simonini se dedica a producir documentos falsos, para clientes particulares, pero especialmente para la gente importante que viene en nombre de grandes potencias, bien eclesiásticas o militares, bien políticas. La obra de su vida es un relato llamado los “Protocolos de Praga”, ficticio obviamente, que cuenta la reunión de los rabinos más importantes celebrada en el cementerio de Praga (de ahí el título) con el fin de elaborar estrategias para acabar con el catolicismo. Aunque no se le puede negar cierto talento al odioso protagonista, Simonini no inventa gran cosa; todo su documento es un collage, con pequeñas modificaciones para adaptarse a las expectativas de distintos clientes, de textos que ya habían aparecido antes. 

El revuelo que causó el libro de Eco me sorprende bastante. Parece que nadie ha notado que el libro es uno de los juegos literarios del cultismo escritor italiano. Primero, Eco, igual que Simonini (“los grandes narradores se describen siempre en sus personajes”[1]),  no inventa nada. Casi todo lo que dicen los personajes y lo que aparece en el libro está basado en documentos auténticos que ya han sido publicados. Todos los personajes, excepto el mismo Simonini, son reales, por muy increíble que esto le pueda parecer al lector. Eco, como su protagonista, elabora un texto con el propósito de causar un revuelo, de que la gente hable y se confronte con sus propios juicios y prejuicios. Eco nos guiña un ojo, demostrando que la cuestión judía sigue siendo un tema muy delicado, casi tabú. En los tiempos cuando la literatura  no es noticia, Eco logra que lo sea. Segundo, los críticos del libro, cometen un error básico de identificar al narrador, o peor, al protagonista principal con el escritor.

La cuestión aparte es si la novela es buena. La lectura no es fácil, uno avanza, en muchas páginas, a fuerza de voluntad. Me atrevería a decir, que el hecho de que el proceso se nos haga arduo, es uno de los objetivos de Eco, tal vez para asemejarse aún más a los propósitos de Simonini: confundir al lector, cansar, que lea a trozos, que se le olvide lo que ya haya leído. Como dice Simonini: “si producís un documento de muchas páginas, la gente no se lo leerá todo de un tirón” [2] y así se evita un análisis profundo, fijéndose en producir solamente las emociones superficiales. Sin embargo, hay fragmentos del libro que quitan el aliento y el sombrero. Eco es una enciclopedia andante, un semiótico, y uno de los escritores más cultos de nuestros tiempos, y yo lo admiro, por este nivel inalcanzable de sus escritos, siempre despliegues de su conocimiento resumido en una forma digerible (se puede polemizar) para los mortales. Pero…  con gusto leería una novela menos cargada de información  y más personal. Por ahora me quedo con sus ensayos.




[1] Eco, U., “El cementerio de Praga”, Lumen, México 2010, p. 367.
[2] Ibid., p. 561.