viernes, 7 de octubre de 2011

Tomas Tranströmer - "imagenes condensadas y translúcidas"

Creo que en vez de escribir sobre la vida y obra de Tomas Tranströmer, el nuevo premio Nobel de literatura, simplemente les dejaré con un poema suyo, Arcos Románicos, que justifica la decisión de la Academia sueca mejor que cualquier nota biográfica. Me conmovió, tocó esta fibra que sólo la poesía sabe tocar, y me recordó un poema parecido de Julian Przybos, un poeta polaco, Notre Dame, que me encantó en mis tiempos de preparatoria. Disfruten y busquen más.





Tomas Tranströmer
Arcos Románicos

Dentro de la enorme iglesia románica se apiñaban los turistas en la penumbra.
Bóveda abierta tras bóveda y sin vista de conjunto.
Algunas llamas de cirios aleteaban.
Un ángel sin rostro me abrazó
y susurró por todo el cuerpo:
"!No te avergüences de ser hombre, sé orgulloso!
Dentro de ti se abre, interminablemente, bóveda tras bóveda.
Nunca estarás completo, y así ha de ser."
Me cegaron las lágrimas,
fui empujado a la piazza que hervía bajo el sol
junto con Mr. y Mrs. Jones, el Señor Tanaka y la Signora Sabatini
y dentro de todos ellos se abría bóveda tras bóveda, interminablemente.

(cc) labcstm



y como bonus, el poema polaco:

Julian Przybos
Notre Dame 

¡Y el espacio brotó
de un millón de dedos unidos para rezar!
Pero el terror puntiagudo me hundió
                                  en su Entraña.
Escarnecido y despreciado por las quimeras
con su boca abierta por la lluvia
me pregunto: ¿Quién soy yo vivo
al pie de los pilares?
Estos muros desprendidos de la roca
se levantan del sarcófago, sus quijadas
se alzan por encima de mí.
¿Quién estremeció las tinieblas?
¿Quién las plegó? ¿Quién las abrazó?
Ya sé. Las cruces sujetadas
                                       a sus Cristos
hay que convertirlas en andamios
verticales con sus peldaños,
igualar la voluntad con el azul
más hondo del cielo,
y a la propia muerte
hay que clavarla con el rayo
del gótico—
—arriba en la piedra angular
palpita el vuelo atrapado de las flechas—
Perduro bajo el trueno de las piedras
que suben siempre, implacablemente,
hasta que de repente el vértigo
las haga precipitarse en el fondo
de dos torres — dos honduras detenidas.
¿Quién concibió ese abismo?
¿Quién lo expulsó hacia arriba?

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