O más bien, es mucho más que un libro para niños. Hoy en
día, es bastante común encontrar películas dedicadas al público joven que
esconden contenido entendible sólo para adultos pero no tanto los libros. Uno
de los pocos ejemplos que se me viene a
la mente es la serie del pequeño Nicolás de René Goscinny y Jean-Jacques Sempé,
que los niños disfrutan pero los adultos se ríen a carcajadas. Curiosamente el
primer libro de esta serie se publicó el mismo año que “Matar a un ruiseñor” de Harper Lee, en 1960.
La narradora de “Matar a un Ruiseñor” es Scout, una niña de 6
años cuando comienza la historia y la gran mayoría de su relato está contada
desde la perspectiva infantil, aunque a veces podemos leer comentarios de una
Scout ya adulta. Por la edad de la narradora, el libro ha sido clasificado como
literatura infantil. Acabo de leer en “The Guardian” un artículo, donde mencionan este pequeño “defecto” de la novela. En resumen, es
grande, pero al final, es un libro para niños, aunque puede ser que no le
importe al lector.
Al leer esto, salté indignada. Acabo de releer la novela con
mis estudiantes de noveno grado (15 años) y quedé totalmente encantada. De
hecho, y muy a mi sorpresa, el libro se colocó entre los mejores libros que he leído…
Tengo un vago recuerdo de haber leído la historia cuando era niña, y justo lo
que recordaba era la historia, nada más. Ahora, cada página me fascinaba con la
manera de narrar tan envolvente que no podía dejar de leer. El clima que crea
es irrepetible y los personajes muy bien definidos que se quedan contigo mucho
después de cerrar el libro. ¡Y el sentido del humor! No me acordaba de nada de
esto de mi lectura anterior y ahora me reía y sonreía a cada rato.
Aunque mis estudiantes se toparon con el libro ya un poco más
grandes que yo en mi primera experiencia, y aunque el libro les gustó a la
mayoría, pude notar que todavía no eran capaces de apreciar el libro en su
totalidad. Había fragmentos que necesitaban mi explicación y evidentemente no
les hacían gracia los mismos pasajes. Puede ser que no sea sólo la edad, que el
libro perdió algo de actualidad con los años y las referencias son más difíciles
de captar, pero de todas formas, se necesita mucha madurez para dar a este
libro el lugar que se merece.
No es fácil de explicar la magia de este libro. No es una
novela que pretende estar en la misma liga que digamos “Los hermanos Karamazov”,
no pretende tocar las grandes cuestiones filosóficas, sin embargo te hace
pensar y pensar; y Maycomb se vuelve un lugar muy real para quienes han leído la
historia, como Macondo…
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