lunes, 28 de noviembre de 2011

La FIL 2011 - comer o leer

El sábado fui a la FIL. Por primera vez desde que estoy en México. El año pasado la sinusitis mató el sueño. Bueno, esta vez, después de 5 horas en camión por fin pude vivir la experiencia. Impresionante. En un país donde en teoría se lee poco, los pabellones de la expo estaban repletos. La gente de todas las edades caminaba extasiada (así por lo menos me sentía yo) entre los anaqueles cargados de obras literarias. 

Un escenario muy borgeano. Sin embargo, cuando Borges se imaginaba en un paraíso de esta índole, seguro que no estaba limitado por el dinero que traía en los bolsillos para perderse entre las voces de los autores de todos los tiempos. Es mi único "pero". Es verdad que en la FIL puedes encontrar libros más baratos que en las librerías, pero de todas formas siguen siendo caros. Algunas ediciones de tapa dura cuestan más de $500. Para los que este precio no les dice nada, es la décima parte de lo que pago por rentar mi departamento. Es como si en España costara más de 80euros. Para muchas personas es una barrera insuperable. Se podrían bajar los precios, si el gobierno mexicano decidiera recortar el IVA, y dejara de tratar los libros como si fueran artículos de lujo. El IVA de los libros en México es igual al de otros artículos. Para comparar, en Polonia son 7% versus 21% de otros productos; en Inglaterra... 0%. Sé, que las tasas de lectura no son lo que más le preocupa al gobierno de México en este momento, pero tal vez haya más conexión de la que se cree entre el creciente número de crímenes que se cometen y la cantidad de historias que leen los niños.

Mario Vargas Llosa y yo. (Fot. Luis Domínguez)
Aparte de esta triste reflexión, la FIL me ganó por completo. Después de un doloroso proceso de selección en mis estanterías aterrizaron: Murakami, Volpi, Oz, Zizek, Hawking, Kant, Ortega y Gasset, Hessing, Papini, un DVD sobre Nicolás Guillen y un CD con poemas de Neruda leidos por Jaime Sabines. Y, como se puede ver en la foto, un libro de Vargas Llosa, con quien tuve la oportunidad de platicar un rato, aprovechándome de mi "exotismo". El novelista acaba de regresar de Polonia, de la feria del libro organizada en Cracovia, mi ciudad natal, y como me comentó, le gustó mucho.  Obviamente. :)

No sé cuándo me va a dar tiempo para disfrutar de todas mis compras, porque ya estoy leyendo otros tres libros pero vienen las vacaciones de Navidad. Y espero que también tenga un rato para dejar algún testimonio de mis lecturas.

domingo, 23 de octubre de 2011

Miłosz en España y América Latina

Fot. Maciej Bilewicz
Volviendo al tema de las celebraciones del año de Czeslaw Milosz les quería dejar con una página que pusieron los organizadores para el público hispanohablante:  Miłosz en España y América Latina. Interesante tanto para los que no sepan nada sobre este Nobel polaco y para los admiradores. Prometen actualizaciones, así que echénle un vistazo también más tarde. A ver si México marca su presencia en algún momento.

viernes, 7 de octubre de 2011

Tomas Tranströmer - "imagenes condensadas y translúcidas"

Creo que en vez de escribir sobre la vida y obra de Tomas Tranströmer, el nuevo premio Nobel de literatura, simplemente les dejaré con un poema suyo, Arcos Románicos, que justifica la decisión de la Academia sueca mejor que cualquier nota biográfica. Me conmovió, tocó esta fibra que sólo la poesía sabe tocar, y me recordó un poema parecido de Julian Przybos, un poeta polaco, Notre Dame, que me encantó en mis tiempos de preparatoria. Disfruten y busquen más.





Tomas Tranströmer
Arcos Románicos

Dentro de la enorme iglesia románica se apiñaban los turistas en la penumbra.
Bóveda abierta tras bóveda y sin vista de conjunto.
Algunas llamas de cirios aleteaban.
Un ángel sin rostro me abrazó
y susurró por todo el cuerpo:
"!No te avergüences de ser hombre, sé orgulloso!
Dentro de ti se abre, interminablemente, bóveda tras bóveda.
Nunca estarás completo, y así ha de ser."
Me cegaron las lágrimas,
fui empujado a la piazza que hervía bajo el sol
junto con Mr. y Mrs. Jones, el Señor Tanaka y la Signora Sabatini
y dentro de todos ellos se abría bóveda tras bóveda, interminablemente.

(cc) labcstm



y como bonus, el poema polaco:

Julian Przybos
Notre Dame 

¡Y el espacio brotó
de un millón de dedos unidos para rezar!
Pero el terror puntiagudo me hundió
                                  en su Entraña.
Escarnecido y despreciado por las quimeras
con su boca abierta por la lluvia
me pregunto: ¿Quién soy yo vivo
al pie de los pilares?
Estos muros desprendidos de la roca
se levantan del sarcófago, sus quijadas
se alzan por encima de mí.
¿Quién estremeció las tinieblas?
¿Quién las plegó? ¿Quién las abrazó?
Ya sé. Las cruces sujetadas
                                       a sus Cristos
hay que convertirlas en andamios
verticales con sus peldaños,
igualar la voluntad con el azul
más hondo del cielo,
y a la propia muerte
hay que clavarla con el rayo
del gótico—
—arriba en la piedra angular
palpita el vuelo atrapado de las flechas—
Perduro bajo el trueno de las piedras
que suben siempre, implacablemente,
hasta que de repente el vértigo
las haga precipitarse en el fondo
de dos torres — dos honduras detenidas.
¿Quién concibió ese abismo?
¿Quién lo expulsó hacia arriba?

domingo, 14 de agosto de 2011

El año de Czesław Miłosz

Pocos lectores hispanohablantes sabrán que este año ha sido nombrado El Año de Czesław Miłosz, premio Nobel polaco de literatura.

Escritor, poeta y ensayista. Uno de los mejores, si no es que el mejor de los que salieron de mi país. Nació el 30 de junio de 1911 y justo hoy se cumple el séptimo aniversario de su muerte. Por motivos políticos  (se oponía fuertemente al comunismo, lo que se refleja en sus escritos) emigró a EEUU donde daba clases de literatura en la Universidad de Berkeley.

Lo descubrí en la preparatoria, o más bien me introdujo a su mundo mi profesora de literatura, y desde entonces en mi cabeza rondan algunos versos de sus poemas. Su poesía es fuerte, con una melodía pegajosa; el ritmo y la estructura que utiliza no coinciden con el ritmo cotidiano del polaco. Sus versos riman, pero no son rimas obvias, perfectas, sino asónicas, menos evidentes, no saltan a primera vista.

Quise publicar un poema suyo, muy famoso, "Canción sobre el fin del mundo" pero la traducción oficial al español de Barbara Stawicka no me gustó e hice una diferente. Les publico abajo las dos, sin decir cuál es la mía y les pido que opinen, objetivamente, cuál de las dos traducciones les gusta más.

Traducción 1:

Canción sobre el fin del mundo

En el día del fin del mundo
Una abeja ronda la flor de la capuchina,
Un pescador arregla su brillosa red.
Felices delfines brincan en el mar,
Pequeños gorriones  sobre el canalón se posan
Y la víbora con su piel dorada, como debería ser.

En el día del fin del mundo
Mujeres  pasean por el campo bajo sus sombrillas,
Un borracho a la orilla del pasto dormita
Verduleros en la calle gritan
Y lanchas con velas amarillas a la isla se acercan.
Vibra en el aire la melodía del violín
Y la noche estrellada inicia.

Y los que esperaban relámpagos y truenos,
Decepcionados están.
Y los que esperaban señales y trompetas de los arcángeles,
No creen que sucede ya.
Mientras que el sol y la luna en su lugar sigan
Mientras  que los abejorros a las rosas concurran,
Mientras nazcan los bebés rosados,
Nadie cree que sucede ya.

Sólo un viejito canoso, que sería profeta,
Pero no es profeta, pues tiene otras cosas que hacer,
Atando los tomates al tutor dice:
Otro fin del mundo no sucederá,
Otro fin del mundo no sucederá.


Traducción 2: 


Canción sobre el fin del mundo


El día del fin del mundo
La abeja ronda sobre los geranios,
El pescador teje una red luminosa,
En el mar juegan los alegres delfines,
Los tiernos gorriones saltan en el alero
Y luce dorada la piel de la serpiente,
Como debe ser.

El día del fin del mundo
Las mujeres van por el campo bajo las sombrillas,
El ebrio dormita a la orilla del césped,
Los verduleros gritan en la calle,
Y una lancha de vela amarilla encalla en la isla.
El tono del violín vibra en el aire
Y entreabre la noche estrellada.

Y los que esperaban relámpagos y truenos,
Quedan decepcionados.
Y los que esperaban señales y trompetas del arcángel
No creen que ha llegado la hora.
Mientras el sol y la luna estén en el firmamento,
Mientras el abejorro hechice a la rosa,
Mientras nazcan los niños dichosos,
Nadie cree que ha llegado la hora.

Sólo el anciano de cabello blanco, que podría ser profeta
Pero que no lo es, porque tiene otro oficio,
Murmura al coser las ristras de tomates:
Ya no vendrá otro fin del mundo,
Ya no vendrá otro fin del mundo.

domingo, 7 de agosto de 2011

"Los Enamoramientos" de Javier Marías

Acabo de terminar el último libro de Javier Marías y todavía no sé si me gustó o no. Hay aspectos que me encantaron, como por ejemplo la brillantez del primer capítulo, y otros que me molestaron a lo largo de la lectura, como la narración.

Pero vamos por partes.

Primero, creo que el título es engañoso. Según mi modesta opinión es el tema que menos se nos graba en la memoria después de cerrar la novela; para mí el título ideal sería "La duda". La duda es la protagonista principal y se instala en nuestra mente y nuestro corazón más o menos a mitad del libro, para ya no soltarnos hasta el sorprendente/decepcionante final. Y con ella también nos quedamos después de que terminamos de leer. ¿Puedo creer en lo que me cuentan? Los personajes dudan y se ocupan de sembrar sus propias sospechas y desconfianzas a lo largo de toda la historia, y nosotros vacilamos con ellos. Cuando llegué a la última página estaba enojada, el final se me hizo injusto; que todo se diluyera en esa feliz cotidianidad... no, no puede ser. Pero así es y lo único que nos queda es inventar otro final, más satisfactorio, para el uso personal, castigar sin estar seguros, o rasgar y rasgar en espera de encontrar la única verdad en blanco y negro. Y esa emoción, esta indignación personal mía, salvó el libro para mí.

Me explico:

Después del primer capítulo, brillante como ya he dicho, vino cierto hastío. Un cardiograma plano durante más o menos doscientas páginas. Porque aunque considero un fuerte de Marías su manera de narrar los pensamientos, me canso e irrito cuando leo sus diálogos. ¿Quién coño habla así? Los personajes no conversan, intercambian sus interminables monólogos con escaso pegamento entre uno y otro. Puedo aceptar que María Dolz, la narradora, pone su mano en el picaporte de la puerta y la abre unos cinco capítulos más tarde porque está pensando, pero no soporto los discursos larguísimos, como si los que hablaran, se dirigiesen a multitudes desde la tarima. No es que no me guste lo que digan, todo lo contrario, me encanta, pero lo encuentro poco natural en la novela; su estructura cojea.

Me gustaría releer el libro y olvidarme de que cuenta una historia. Quiero volver a leer las cavilaciones de Luisa, Díaz-Varela, María como se leen los ensayos sobre los temas importantes. Porque al final, Javier Marías nos obsequia con unas exquisitas reflexiones sobre la amistad, el azar, la impunidad, el mal menor, las relaciones humanas, la moralidad, el morir, la muerte y el derecho a ella, que nos hacen pensar. Y hay cada vez menos libros que nos hacen pensar y nos demuestran que la certeza en nuestro mundo es un ser frágil, y puede desaparecer en cualquier momento.

Decisión final: me gustó.

jueves, 28 de julio de 2011

1Q84 or judging the book by its cover



Hoy me inspiró esta foto de portada encontrada en el facebook de Haruki Murakami:


Le puse "like" automaticamente, porque me llamó la atención, pero después de un rato pensé que otra vez me falta la famosa opción inexistente "dislike". Que le vamos a hacer, no me gusta y ya. No soy un gran  fan de anime y con 1Q84 creo que no pega en absoluto. Supongo que la chica es Aomame en el taxi, pero sólo porque es la única opción. Fuakeri no se vestiría así y Tengo, definitivamente no puede ser y... ya no hay más personajes principales. Pero, Aomame, según leemos en el libro, es una mujer guapa, atractiva, misteriosa, con muchos problemas y la niña en el carro es, a fin de cuentas, una niña y choca con la imagen que he creado en mi mente...
A lo mejor es esto, simplemente no me gusta que me pongan las ilustraciones con los protagonistas porque o limitan mi imaginación, o directamente van en contra de ella y crean un conflicto durante el proceso de la lectura. Puede ser, que si en vez de este dibujo hubiera una foto, o algo un poquitín menos infantil (me van a linchar los japoneses), tampoco me gustaría. Soy muy independiente cuando leo (o egoista) y cuando un libro aterriza en mis manos, ya es mío y hago lo que quiera con el mundo que el autor creó para mí. Y que nadie se meta en la dulce tarea de la recreación de los personajes. 

La portada polaca
Las portadas coreanas
Empecé a buscar y me gustan mucho más las portadas sobrias de este libro, las que dejan una puerta abierta para que nuestra imaginación haga lo suyo. Las dos que puse en mi entrada anterior  (1Q84 por Haruki Murakami ya a la venta), la versión japonesa y la de Tusquets para los lectores hispanohablantes, me parecen excelentes, sugieren e incitan. Me gusta también la portada polaca y no porque sea de mi país, sino porque se adapta justo a mis criterios. En general la editorial polaca "Muza" ha hecho un gran trabajo con la edición de los libros de Murakami y cada portada es una maravilla. Igual las coreanas, las sombras que se nos esconden detrás del título encajan con el mundo murakaniano. La portada holandesa es buena pero un poco demasiado austera para mi gusto y algo siniestra. ¿Esperarán otra cosa los lectores de cada país en su primer contacto visual con el libro?

La edición holandesa
A lo mejor es cuestión de edad. De pequeña me gustaba ver los retratos de las aventuras de los protagonistas y los recuerdos que tengo de mis amigos infantiles vienen acompañados de ilustraciones muy concretas, pero hoy día definitivamente no. Estoy envejeciendo :( Me sorprendió el descubrimiento, creo que hasta ahora no tuve oportunidad de percatarme de esto...

domingo, 24 de julio de 2011

El antisemita de Eco

Es lo que empezó a escucharse en todos los países a los que les  ha llegado la traducción del último libro del escritor “El cementerio de Praga”. Se indignaron casi todos, pero ante todo los judíos y el Vaticano. Que el libro les hace mala fama a los papas, a la iglesia en general, a los alemanes, a los franceses, a los italianos, polacos y obviamente, perdonen la repetición, a los judíos... 

Para los que no han leído el libro:

El protagonista principal, poco simpático Simonini, tiene una aversión muy fuerte hacia los hebreos, inculcada por su abuelo y bien afianzada por las circunstancias de la vida. Simonini se dedica a producir documentos falsos, para clientes particulares, pero especialmente para la gente importante que viene en nombre de grandes potencias, bien eclesiásticas o militares, bien políticas. La obra de su vida es un relato llamado los “Protocolos de Praga”, ficticio obviamente, que cuenta la reunión de los rabinos más importantes celebrada en el cementerio de Praga (de ahí el título) con el fin de elaborar estrategias para acabar con el catolicismo. Aunque no se le puede negar cierto talento al odioso protagonista, Simonini no inventa gran cosa; todo su documento es un collage, con pequeñas modificaciones para adaptarse a las expectativas de distintos clientes, de textos que ya habían aparecido antes. 

El revuelo que causó el libro de Eco me sorprende bastante. Parece que nadie ha notado que el libro es uno de los juegos literarios del cultismo escritor italiano. Primero, Eco, igual que Simonini (“los grandes narradores se describen siempre en sus personajes”[1]),  no inventa nada. Casi todo lo que dicen los personajes y lo que aparece en el libro está basado en documentos auténticos que ya han sido publicados. Todos los personajes, excepto el mismo Simonini, son reales, por muy increíble que esto le pueda parecer al lector. Eco, como su protagonista, elabora un texto con el propósito de causar un revuelo, de que la gente hable y se confronte con sus propios juicios y prejuicios. Eco nos guiña un ojo, demostrando que la cuestión judía sigue siendo un tema muy delicado, casi tabú. En los tiempos cuando la literatura  no es noticia, Eco logra que lo sea. Segundo, los críticos del libro, cometen un error básico de identificar al narrador, o peor, al protagonista principal con el escritor.

La cuestión aparte es si la novela es buena. La lectura no es fácil, uno avanza, en muchas páginas, a fuerza de voluntad. Me atrevería a decir, que el hecho de que el proceso se nos haga arduo, es uno de los objetivos de Eco, tal vez para asemejarse aún más a los propósitos de Simonini: confundir al lector, cansar, que lea a trozos, que se le olvide lo que ya haya leído. Como dice Simonini: “si producís un documento de muchas páginas, la gente no se lo leerá todo de un tirón” [2] y así se evita un análisis profundo, fijéndose en producir solamente las emociones superficiales. Sin embargo, hay fragmentos del libro que quitan el aliento y el sombrero. Eco es una enciclopedia andante, un semiótico, y uno de los escritores más cultos de nuestros tiempos, y yo lo admiro, por este nivel inalcanzable de sus escritos, siempre despliegues de su conocimiento resumido en una forma digerible (se puede polemizar) para los mortales. Pero…  con gusto leería una novela menos cargada de información  y más personal. Por ahora me quedo con sus ensayos.




[1] Eco, U., “El cementerio de Praga”, Lumen, México 2010, p. 367.
[2] Ibid., p. 561.





domingo, 3 de abril de 2011

After "After dark"

Ayer a mediodía terminé "After dark" de Murakami y sentí una rara mezcla de satisfacción y decepción...Primero comprobé bien mi pdf para ver si no le faltaban hojas o capítulos enteros, aunque sabía que podía descartar esa opción. En mi lectura iba alterando el audiobook en inglés durante mis desplazamientos diarios y el pdf en español, y todo coincidía perfectamente. ¿Entonces? Sin revelar el trama a los que todavía no han leído la novela, voy a decir que el libro no resuelve absolutamentete nada, todo se queda suspendido. Hay crimen sin castigo, la bella durmiente que no se despierta, el más allá que es más acá que allá... Me quedaría más tranquila si en la última página apareciese to be continued pero no... Tendré que vivir para siempre, maldiciendo a Murakami que me presentó con los personajes que desaparecen de mi vida sin terminar de contar sus historias, y nunca volveré a verlos...


Sin embargo es una buena novela aunque no me gustara el final. De hecho, no hay un sólo libro de Murakami, que me guste como termina. Siendo sincera, ni me acuerdo como terminan y muchas veces ni me acuerdo de la trama. Y lo sigo leyendo, devorando... ¿Por qué?

Ayer tuve una conversación interesante justo sobre esto. Llegamos a la conclusión que Murakami, que nadie se ofenda, no es un cuentahistorias excepcional. Ni es de estos, que a cada rato tienes ganas de subrayar y compartir en alguna de las múltiples redes sociales algún pensamiento genial de su autoría. No. ¿Entonces?

¿Han visto alguna de las películas de Wong Kar-Wai, por lo  menos la diluida para el mercado americano "Blue Berry Nights"? En sus películas no pasa casi nada, o por lo menos no es lo más importante, pero la manera de narrar, las imágenes que utiliza, los colores, las tomas inusuales, hacen de cada escena un manjar para los ojos del espectador. No sé si sea típico de los artistas orientales, no soy experta en el tema, pero con Murakami me pasa algo muy parecido. Disfrutas la lectura, hasta los límites del placer, te dejas envolver por los mundos tan conocidos y tan extraños al mismo tiempo, una feria de colores y de sonidos invade tus sentidos, lees, fluyes, vuelas y... no quieres que se termine. Disfrutas el viaje y te da igual a donde te lleva el camino.

Cuesta, estamos acostumbrados a que nos cuenten historietas, queremos problemas con soluciones, por lo menos en los mundos ficticios y Murakami no nos ofrece esto. Al cerrar el libro todavía sientes la multitud de sabores en tu boca, sin acordarte de cada uno de los ingredientes del plato. Me quedo con la imagen del hombre con la máscara traslúcida, con la angustia y resignación de la mujer de Shirakawa, con el love hotel Alphaville, con Eri que no quiere despertarse...

viernes, 1 de abril de 2011

1Q84 por Haruki Murakami ya en México


Este año todos los fans hispanohablantes de la obra de Haruki Murakami esperaban ansiosamente la publicación de su último libro 1Q84 y aquí está. Desgraciadamente en la edición para los no japoneses ;-) sólo se incluyen los primeros dos tomos y tendremos que esperar aún más para el desenlace final.

La prosa de Murakami me fascina, probablemente por este aire oriental mezclado con el bien conocido mundo occidental, o por todas las ilusiones literarias y musicales que me encanta descifrar. Y aunque sus novelas no están libres de altibajos, se le perdona al autor por la creación de los mundos totalmente embriagadores. 

De "1Q84" he leído hasta ahora sólo los capítulos proporcionados por Tusquets Editores como adelanto, y me dejaron con muchas ganas de más... Desde las primeras páginas te sumerges en un Tokio inquietante, denso y muy murakaniano, entre otras cosas por sus colores poco comunes: gris, verde, azul. Leyendo sobre la caminata de la guapa Aomame por la autopista metropolitana en su minifalda y zapatos de tacón, me venían a la mente los fragmentos de la "Autopista de Sur" de Julio Cortázar, una fila anónima de coches, parados en un monstruoso atasco, sin una causa conocida, solamente distinguibles por el modelo del vehículo. Aomame, que parece una mujer moderna bastante normal, aparte de su belleza, nos deja perplejos ya en el tercer capítulo, cuando logra llegar a tiempo a su cita de trabajo. La manera de presentar a Tengo, el segundo protagonista, a través su recuerdo infantil, que le provoca secuelas a lo largo de toda su vida, es interesante y algo proustiana

En los primeros tres capítulos poco ha pasado, sin embargo la sensación que provocan es de querer devorar el libro entero lo más rápido posible.  A mí, me dejaron con un gran "¿Qué?" en la boca y a la primera oportunidad compraré el libro. Espero no decepcionarme.

domingo, 13 de marzo de 2011

El Evangelio según Jesucristo

Este libro me esperaba desde hace tiempo y por fin "ha llegado la hora". Los que conocen otras novelas de Saramago, no se sentirán sorprendidos por la forma, pero por hoy voy a olvidarme de mis estudios filológicos y no voy a pronunciarme sobre las cosas secundarias, aunque muy, muy interesantes. ;-)

Dejémos al lado lo controversial subrayado muchas veces por gente que no entiende de que trata el libro. El Evangelio según Jesucristo es sin duda el mejor texto novelístico que he leído (que me perdone Dostoyevski y todos sus seguidores) sobre las cuestiones de Teodicea, del maniqueísmo o del bien y del mal, bajándolo a los niveles básicos. 

El escritor logra sembrar en la cabeza del lector unas ideas que echan raíces muy profundas, y a mí he han tenido dándole vueltas al asunto todo el tiempo. Sin duda, el carpintero José, padre putativo de Jesús, como bien lo sabemos todos, está presentado en las páginas del libro como un personaje sumamente complejo, atormentado por la culpa de haber salvado a su hijo sin avisar a los padres de los inocentes de la matanza de Herodes. La culpa de José está heredada por Jesús y resulta ser la causa principal de su compromiso por la humanidad. 
 
Si Saramago no escribiera nada más, se merecería el Nobel por el diálogo entre Dios, el Diablo y Jesús en el barco, en las aguas del lago Tiberiades. Ahí se nos da de entender que Dios y el Diablo se parecen peligrosamente, los dos tienen barbas, tal vez el Diablo parezca un poco más joven, menos arrugado, pero también podría ser una ilusión óptica... Después de una sorpresa inicial, entendemos a Saramago unas páginas más tarde cuando Dios le dibuja a Jesús el futuro, todo lo feo y doloroso de la historia del Cristianismo. El Diablo en un momento le propone a Dios un pacto para evitar todas esas muertes innecesarias, para que Su hijo no tenga que morir y para que se acabe el mal, bajo una sola condición: que Dios le perdone y acepte de vuelta en el cielo a quien antaño llamaba  con cariño Lucifer, el que lleva la luz. La respuesta de Dios es una maestría por parte de Saramago escritor-filósofo-teologo y la dejo aquí para el disfrute común: 

No te acepto, no te per­dono, te quiero como eres y, de ser posible, todavía peor de lo que eres ahora, Por qué, Porque este Bien que yo soy no existiría sin ese Mal que tú eres, un Bien que tuviese que existir sin ti sería inconcebi­ble, hasta el punto de que ni yo puedo imaginarlo, en fin, que si tú acabas, yo acabo, para que yo sea el Bien, es necesario que tú sigas siendo el Mal, si el Diablo no vive como Diablo, Dios no vive como Dios, la muerte de uno sería la muerte del otro.

sábado, 26 de febrero de 2011

Libros por leer

Cada día me estoy dando cuenta de la inmensa y creciente cantidad de libros que me quedan por leer, de alguna manera es deprimente... Hoy un anuncio de las librerías ghandi me ha recordado esta frustrante realidad. Por ahora, me faltan unas cuantas páginas de El Evangelio según Jesucristo de Saramago, en mi estantería me espera El cementerio de Praga de Umberto Eco, seguirán Bolaño y Volpi y 1Q94 de Murakami cuando salga en octubre...

miércoles, 19 de enero de 2011

"To be continued" para los escritores en potencia


Esta vez algo del noticiario del mundo literario. Hoy se abrió un interesantísimo concurso para todos los escritores frustrados, en potencia, tardíos, jóvenes, todavía no descubiertos, rechazados, no apreciados, etc, etc, etc. Los culpables del revuelto dentro de esta comunidad no reconocida es SoopBook (social open book, una herramienta social y colaborativa para leer y escribir libros sociales “SoopBook’s” con otras personas).

En la página del proyecto "To be continued" podemos leer el primer capítulo escrito por Santiago Roncagliolo al que se trata de escribir una continuación o ilustrarlo. El plazo para entregar las propuestas, entre 5 y 15 páginas, es de cinco días. Es decir, con esta primera entrega tenemos hasta las 12 de la noche (hora española) del 24 de enero. Después el jurado tendrá tres días para elegir el ganador.

No voy a dar más detalles; a los interesados les invito a entrar en la página y conocer a la niña con trenzas, al Fermín Colifatto y Capitán Quijano y a manipular sus vidas.

Yo creo que voy a entrar al juego... búsquenme por ahí...

domingo, 9 de enero de 2011

Sobre el leer en México

Hace poco entré en un maravilloso blog polaco sobre literatura poczytane y me encontré con una entrada interesante de Tomasz Pindel (crítico, profesor y traductor) sobre la actividad lectiva en el país que me hospeda. Pindel acaba de visitar la Feria del Libro en Guadalajara y aprovechó su visita para observar la realidad lectora mexicana. Da qué pensar a pesar de su tono humorístico. 

(…) no voy a espaciarme mucho sobre la estupenda Feria del Libro en Guadalajara, ni sobre el dinámico mercado editorial mexicano, sino sobre los hechos puros y duros, sobre la cotidianidad de la gente lectora. Resulta que los mexicanos están muy descontentos por la situación de la lectura en su país (¿y quién no  lo está?), pero si lo miramos más de cerca, en realidad no tienen donde leer.

Durante la comida: la costumbre criticada por los bibliófilos y oculistas, de todas formas no tiene posibilidad de enraizarse. En principio Los mexicanos se alimentan a) de pie, b) con las manos. Unas masas enormes se nutren en los numerosos puestos callejeros, donde se preparan olorosos manjares servidos en platos de plástico; de pie o sentados en un banco pero siempre amontonados y en compañía. Como si fuera poco, todas esas tortillas, tostadas y otros se deben comer con las manos: pones varias cosas en la tortilla, viertes  abundantemente las salsas encima y aplicas por vía oral (a los principiantes les recomiendo empezar con prudencia: la salsa de la primera tortilla se me fue dentro de la manga de mi saco y lo que hacía con mi primera tostada – son duras y frágiles como chips-, se mantenía dentro de la estética de Mr. Bean). Con esas condiciones, ni siquiera cuando ya te vuelves más hábil, es posible leer mientras comes. 

En transporte público: también hay que descartar esta opción. En mi patria el tranvía y los desplazamientos son el baluarte de mi leer, pero el transporte público en México no sirve mucho para la causa. El metro de la capital (muy bien desarrollado) transporta diariamente alrededor de 22 millones de pasajeros. Aunque los trenes pasan uno tras otro, por los pasillos fluyen los ríos de personas que intentan irrumpir, lo más rápido posible, en el vagón, en el cual muy a menudo ni hace falta agarrarse, porque tanta gente apretada te sujeta con facilidad. Sacar tu libro es prácticamente imposible, aunque llegué a ver un par de lectores que tenían unos libritos especiales. La mujer estaba leyendo alguna obra religiosa (seguro que es una forma de escapismo de las duras realidades del viaje) ;  y el hombre la novela “Asalto al tren” (sería su mental venganza personal). Así que en teoría se puede, pero es una costumbre poco difundida. En cambio los autobuses circulan a tal velocidad que tienes que agarrarte muy bien con ambas manos para no pegar con el techo.

En los lugares de recreo: las grandes ciudades mexicanas les ofrecen a sus ciudadanos numerosos y amplios parques (en la capital el  bosque Chapultepec se ufana de ser el más grande espacio verde urbano en toda  América Latina). Desgraciadamente, tampoco ahí es fácil concentrarse, porque aunque encuentres un banco o un pedazo libre en el pasto, en seguida alguien pondrá su musiquita a todo volumen o vendrá un cómico callejero a entretenerte con los chistes sobre los gays, o hasta se reunirá todo el grupo de los mariachis y cuando éstos empiecen con sus violines e instrumentos de viento, ya puedes olvidarte de la concentración y lectura.
Afortunadamente para nosotros, México está muy lejos y tenemos once horas enteras para leer; esto no se puede despreciar…!

Yo por mi parte añadiría que tampoco se puede leer en la tina, dado que la mayoría de las casas tiene instaladas puras duchas. Sin embargo, la opinión del señor Pindel está un poco exagerada, supongo que su estancia corta en México no le permitió conocer a fondo la situación lectora; en la misma capital puedes disfrutar de tu desayuno en la famosísima Casa de los azulejos mientras lees tu periódico, u hojear algún libro en las librería Ghandi a lo largo del país, o disfrutar de la combinación más deliciosa del mundo, el libro + café, en uno de los numerosos Starbucks, o si eres afortunado y vives en la costa (como yo) puedes deleitarte con cualquier obra amparado por la sombra de las palmeras y escuchando el océano.

De todas formas, queda mucho por hacer (lo veo con mis estudiantes de la prepa) y parafraseando a Sábato, oficialmente doy inicio a este blog literario impulsada por una débil esperanza que incite a leer alguna persona. Aunque sólo sea una persona.